A los nutricionistas no les gusta llamar a ningún alimento “prohibido”. Es cierto que en la enfermedad renal crónica no eliminamos sustancias potencialmente tóxicas cuando se acumulan en sangre, como el potasio o el fósforo, que se encuentran en muchos alimentos. En el caso de algunas personas, cuando tienen niveles altos, será necesario hacer alguna modificación en la dieta. Desde la nutrición, no se pone el foco en prohibir, sino en conocer el contenido de estas sustancias en los distintos alimentos, y saber en qué frecuencia podemos consumirlos, o de qué forma podemos cocinarlos para hacerlos más aptos. Por ejemplo, aunque tradicionalmente se han restringido frutas y verduras por su alto contenido en potasio, los nutricionistas tratan de dar consejos para que, con técnicas de remojo y cocción, se disminuya su contenido en potasio, y así poder mantenerlas como base de nuestra dieta.

Es decir que tener enfermedad renal no implica tener que dejar de disfrutar de la comida. Con el enfoque adecuado, es posible encontrar opciones saludables y ricas que se ajusten a las restricciones dietéticas y nos faciliten seguir las recomendaciones.