Para prevenir el daño renal, es fundamental mantener una dieta sana y equilibrada, rica en frutas, verduras, legumbres y granos enteros. La sal, los azúcares, las grasas saturadas y los alimentos ultra procesados deben ser limitados en la dieta. Es recomendable evitar el exceso de proteínas, sobre todo de origen animal.
Además se deben evitar tóxicos como el tabaco y el alcohol, que son factores de riesgo para desarrollar enfermedades renales.
Aunque es habitual pensar que si se orina con normalidad nuestros riñones están funcionando correctamente, existe la posibilidad de que no sea así. El riñón tiene dos funciones principales, eliminar el exceso de líquido y filtrar las toxinas de la sangre. A veces, el riñón sigue produciendo orina porque elimina líquido, pero no es capaz de filtrar los desechos. En esos casos, sus riñones no están funcionando correctamente.
La enfermedad renal, en muchas ocasiones, no presenta síntomas hasta que no está muy avanzada. Sin embargo, existen algunas señales que nos pueden alertar de un posible problema renal, como la glomerulonefritis:
Conforme avanza la enfermedad y los riñones dejan de funcionar los síntomas son:
Muchas personas tienen dudas sobre a qué especialista acudir cuando tienen problemas renales. Existen dos tipo de especialidades que abordan los problemas renales: la urología y la nefrología.
Si se detecta daño renal en los análisis de sangre y orina, es fundamental valorar la gravedad y la progresión de la enfermedad renal. El riesgo de que la enfermedad avance y en un futuro se precise de terapia sustitutiva renal, como diálisis o trasplante renal, depende de la causa del daño del riñón, su gravedad cuando es detectado y también del control de los factores de riesgo. Lo más importante es seguir las recomendaciones y el tratamiento farmacológico indicado por el médico.
El trabajo en equipo entre el médico de familia y el nefrólogo es fundamental, ya que cuanto antes se diagnostique la enfermedad renal crónica, antes se podrán implementar medidas para retrasar su progresión. Ante la presencia de factores de riesgo o la sospecha de un problema renal, el médico de familia debe solicitar análisis de sangre y orina. Si se detectan niveles elevados de creatinina en sangre y albuminuria en orina, el paciente será remitido al nefrólogo para una evaluación y adopción de las medidas necesarias para frenar el avance de la enfermedad.
Se puede llevar una vida normal y activa con un solo riñón. Algunas personas nacen con un único riñón y es habitual que se den cuenta de forma accidental cuando se hacen una radiografía para diagnosticar alguna patología que nada tiene que ver con esta condición. Es aún más importante vigilar los factores de riesgo y la función del único riñón.
Las personas con diabetes son el grupo de población con mayor riesgo de desarrollar una enfermedad renal. Las cifras elevadas de azúcar en sangre provocan un estado de inflamación de hiperactivación glucémica que elevan el riesgo de desarrollar alternaciones dentro del glomérulo, que es la estructura funcional del riñón. Por ello, es esencial que tengan un buen control de sus niveles de glucemia o azúcar en sangre. También es muy importante que las personas con diabetes acudan a los controles periódicos del médico de Atención Primaria, el endocrino o el diabetólogo, quienes valorarán a través de las analíticas la función renal. Si éstas reflejan alguna alteración o progresión, el paciente será remitido al nefrólogo, que es el especialista que pondrá barreras a ese deterioro.
Las personas con hipertensión arterial son más susceptibles de desarrollar enfermedad renal crónica. La presión arterial provoca un aumento de la presión que ejercen las arterias sobre el organismo y daña los vasos sanguíneos del cuerpo, incluidos los de los riñones. Cuando éstos se deterioran, no pueden realizar correctamente su función de filtrado de desechos y eliminación de líquidos del cuerpo, elevando los niveles de albuminuria. Es importante que las personas con hipertensión se sometan a controles periódicos por parte de su médico habitual. Si en estos controles se detecta una albuminuria patológica, es decir, un deterioro de la función renal, el paciente será remitido al nefrólogo, que es el especialista que podrá barreras a ese deterioro.
Depende. Algunas enfermedades renales se transmiten genéticamente y otras no. No obstante, las personas que tienen familiares trasplantados de riñón o que han necesitado diálisis deben vigilar su salud renal. Gracias a los avances en investigación, se han descubierto cada vez más enfermedades renales de origen genético, es decir, que son hereditarias, lo que aumenta la probabilidad de que los miembros de una misma familia desarrollen dichos problemas. Dos de estas enfermedades renales hereditarias son la enfermedad renal poliquística autosómica (dominante y recesiva) y el síndrome de Alport.
En cualquier caso, cuando existen antecedentes familiares de enfermedad renal se debe acudir al médico para que este determine si se trata de una patología hereditaria y valore si es necesario realizar controles periódicos.
Los suplementos deportivos no son en sí mismos peligrosos para la salud renal, pero sí pueden resultar peligrosos si se utilizan sin supervisión del médico, combinándolos con otros medicamentos o en cantidades excesivas. Se desconoce cuánto pueden afectar estos suplementos a los riñones de una persona sana, aunque se sabe que pueden acelerar la progresión de la enfermedad en personas que ya tienen insuficiencia renal. Es común encontrar personas que toman estos suplementos y presentan niveles elevados de creatinina en sangre y albumina en la orina, que son indicadores de daño renal.
La creatina tiene la capacidad de aumentar los niveles de creatinina en sangre sin que esto signifique necesariamente que existe daño en la función renal. El problema es que, en este contexto, la elevación sérica de la creatinina puede significar que se esté suplementando con creatina de forma excesiva, y por tanto produciendo un daño en el riñón, y el nefrólogo deberá diferenciar ambas situaciones mediante el aclaramiento de creatinina en 24h.
Los anabolizantes pueden llegar a producir diversas enfermedades renales que hagan necesaria el tratamiento con diálisis, además de otras enfermedades que afectan al hígado y al corazón. Estos compuestos son tóxicos y pueden afectar a una parte del riñón, haciendo que dejen de cumplir sus funciones y pierdan proteínas. No hay que olvidar que aproximadamente el 30% de los usuarios de anabolizantes desarrollan dependencia y, por lo tanto, estarían en mayor riesgo de desarrollar las consecuencias del abuso prolongado de estas sustancias, entre ellas, el daño renal.
Las dietas hiperproteicas pueden ser seguras en población sana entrenada, pero suponen un riesgo para las personas con algún grado de enfermedad renal. Por ello, antes de seguir este tipo de dieta es aconsejable consultarlo con el médico y asegurar que los riñones funcionan de forma correcta.
Cuando se realiza una dieta muy rica en proteínas y baja en otros nutrientes, los riñones se adaptan aumentando su filtrado glomerular. Esto se denomina reserva funcional renal. Esta sobrecarga permanente de los riñones puede producir y/o acelerar el deterioro de sus funciones.
Además, otro de los riesgos de la dieta hiperproteica es la deshidratación, ya que este tipo de ingesta fuerza al cuerpo a eliminar solutos y, con ellos, arrastra agua. También facilita la producción de cálculos renales y se asocian a un mayor riesgo de diabetes tipo 2 por ser dietas con alto potencial ácido.